
Libardo Botero*
Cada que Colombia negocia o quiere ratificar algún tratado comercial, saltan los tradicionales detractores a recitar sus letanías: que hay un “genocidio” contra el sindicalismo, que somos territorio hostil para los derechos laborales. Algunos despistados –o malintencionados- políticos, académicos y comunicadores, aquí y allá, les hacen eco de inmediato.
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